¡Dejen de sacrificar el futuro de nuestros hijos!

Queridos lectores, sabemos que algunos de ustedes están preocupados; se preguntan si me encuentro en Kudugu. Su preocupación tiene su origen en el acusado descenso en el ritmo de publicación de la carta ABC-Burkina, y se preguntan si nuestro boletín ha desaparecido. No se preocupen; creo que éste aún tiene un brillante futuro por delante.

Bâtiment de l'administration de l'Université de Koudougou

! La Universidad de Kudugu tiene unos 13 000 estudiantes

Es verdad que mi última carta data del 5 de abril. Es que ya suporto menos bien el calor que hace diez años y, por eso, me desplazo menos y voy con menos frecuencia al encuentro de los agricultores.

Por otra parte, cada vez me interesa más lo que sucede en Kudugu, una ciudad universitaria, donde abundan escuelas secundarias y los colegios y donde el sector informal se encuentra en pleno crecimiento. Es un mundo del que se habla poco, pero que tiene gran interés, y sin el cual Kudugu sería una "ciudad muerta"

del mes de septiembre, un joven se integrará en nuestro equipo y podrá circular de nuevo por todo Burkina al encuentro de los agricultores. Por mi parte, intentaré hacerles descubrir la ciudad de Kudugu, su población, sus jóvenes, sus hombres y mujeres; en particular aquellos y aquellas que sobreviven gracias al sector informal.

Queremos crear una nueva página web. La carta que sigue a continuación está tomada del Nº 5890 del diario "El Pays" de Burkina Faso, con fecha del viernes 3 de julio, y va justamente en la línea de lo que deseaba escribir.

Secteur informel : les kiosques, nombreux en villeUna de las facetas del sector informal: los quioscos, numerosos en la ciudad.

El artículo firmado por "El Loco".

¡Dejen de sacrificar el futuro de nuestros hijos!

El año escolar ha terminado ya. Cada estudiante ha cosechado lo que sembró durante nueve meses de trabajo. Los que han trabajado bien, han obtenido su premio al final del recorrido, y los que han tenido menos suerte o se han pasado el tiempo holgazaneando, ahora lloran. Por cierto, la semana pasada vi llorar amargamente a estudiantes. Pregunté y me dijeron que habían suspendido el examen de bachillerato. Poco me importó porque, para mí, no hay que apenarse por la suerte de un perezoso. Sin embargo, grande fue mi asombro cuando al llegar a casa de mi tía Sidpayété me enteré que su hija Brigitte, a quien le gusta la escuela, había suspendido también el examen de BEPC. Quise saber más y el marido de mi tía, inspector de secundaria me dijo: “Que sepas, que los fracasos escolares no son solo imputables a los niños” Y precisó que hay centros escolares que la autoridad tendría que cerrar porque no cumplen las exigencias escolares, en particular los centros privados. “Es el caso de la escuela que frecuentaba mi hija, en la que, desde el mes de marzo, los estudiantes no han tenido clase porque el fundador se negaba a pagar a los maestros”, concluyó airado. Confieso, que me escandalicé, porque estoy persuadido que, a veces, algunos centros privados llevan a nuestros hijos al matadero ya que no sólo no consiguen completar el plan de estudios, sino que reclutan personas sin el perfil requerido para enseñar. Y eso porque el fundador no quiere tener gastos. La consecuencia: los resultados de los exámenes escolares son catastróficos. Hay que tomar medidas enérgicas contra todos los centros clandestinos. Además, lo que detesto en las escuelas privadas es que siempre están dando buenas notas a los alumnos, pues quieren aparecer como las mejores. Continuamente adulan a los alumnos, haciéndoles creer que son “buenos” cuando la realidad es muy distinta. Es una actitud irresponsable pues, con esta complacencia, hacen flaco favor a los niños. Conozco niños que se vieron bloqueados más tarde en sus estudios. En vano, intentaron pasar casi cuatro veces el BEPC o el bachillerato. Y, al fin, desanimados, dejaron los estudios. Eso no es normal. No podemos permitir que los centros sacrifiquen el futuro de nuestros hijos. Por eso, insto al Estado a luchar contra este desorden estructural que, en última instancia, corre el peligro de desacreditar nuestro sistema educativo. En primer lugar, hay que perseguir a todos esos establecimientos ilegales que crecen año tras año en los barrios de las ciudades y en las zonas rurales. Luego, hay que hacer controles sorpresa en la mayoría de las escuelas privadas, para asegurarse de que se completan los programas educativos. Y, por último, hay que asegurarse de que el personal que trabaja en los centros privados tiene el nivel y el perfil requerido para enseñar tal o tal materia. De lo contrario, les aseguro que las cosas irán cada día de mal en peor en las escuelas privadas de Burkina. Sé que en Occidente, la enseñanza privada es la que suele tener los mejores resultados en los exámenes y reconozco también que entre nosotros hay escuelas privadas que trabajan muy bien, y forman bien a los niños. Pero, como dice el refrán, “a causa de una sola serpiente se intenta matar a todas las demás”. Por eso, hay que procurar distinguir el trigo de la cizaña. A ese precio se podrá sanear el ambiente educativo, que rebosa de falsos mercaderes.

“El Loco”

Fin del Artículo

Kudugu, 04 de julio 2015
Introducción de Maurice Oudet
Presidente del SEDELAN

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