El perro y el mono eran verdaderos amigos. Hacían todo juntos : se pasean juntos, se confiaban mútuamente sus secretos, era una verdadera amistad. Pero, una mujer hizo que la amistad se transformase en odio mútuo.

El perro tenía una novia en un pueblo vecino. Un día, pide a su amigo que le acompañe para visitar la familia política. Era necesario atravesar un río antes de llegar a la casa de su novia, pero el río estaba seco. Nada más llegar al río, el perro pide al mono que le ayude a cavar un pozo, para que a la vuelta, pudiesen beber agua. Pero el mono no quiere cavar diciéndole que no quiere ensuciarse.

El perro se pode a cavar y el mono se va, dejándole en su trabajo. El perro no se desanima. Sigue cavando y cuando consigue llegar al agua, se pone en camino y llega al pueblo. Encuentra a su amigo hablando, tranquilamente, con su novia. No dice nada, les saluda y se sienta y la conversación continúa.

En un momento dado, el perro pide a su novia de que entre con él, pero, élla le responde diciendo que no le quiere más, que está sucio, que élla quiere al mono. Con esta respuesta, comienza la disputa entre los dos y, el perro, rojo de cólera, se marcha a su casa. Llega al lugar en donde se ensució, bebe y descansa. Después, se mete en el agujero que había cavado, pero, deja fuera los pelos de su cola en la superficie del agua.

Cierto tiempo después, llega el mono, sediento y queriendo beber de esta agua. Cuando intenta beberla, el perro avanza su cola, pero, el mono, con una de sus manos, la retira, sin saber que era la cola del perro. El juego se repite varias veces y el mono decide de echar fuera esta suciedad para poder beber a gusto. Su sorpresa, fué enorme, pues, había sacado al perro tirando de su cola y, comenzó la pelea al instante. El perro mordía al mono por todos los lados, el monono hacía más que chillar, pidiendo auxilio, llamaba a su madre, a su padre, chilla que chilla, hasta que, sus chillidos, llegaron a las orejas de la pantera. Esta viene al lugar de la batalla. El perro se da cuenta de su presencia, le entra el miedo y, tremblando, pone su rabo entre sus patas. El mono, igualmente, temblaba.

« ¿Por qué haceis tanto ruido ? », pregunta la pantera.

« Es mi amigo quien ha desviado a mi novia ». El perro le cuenta toda la historia.

La pantera les dice : « ¡Agarraros para luchar! ».

El perro coge al mono, lo echa por tierra y el mono se caga de miedo.

« ¡Coge las haces y cómelas ! » dice la pantera al perro.

El perro come las heces del mono y se marcha a casa llorando. En el camino de vuelta, encuentra eal macho cabrío que le pregunta :

« ¿Por qué lloras ? »

El perro le cuenta sus desventuras que le dice : « ¡Vuelve al lugar, vamos a verles ! » Llegan al lugar de la pelea y encuentran al mono y a la pantera.

La pantera le dice : « ¡Agarraros para luchar! ». El perro, una vez más, lo echa por tierra y el mono se caga de nuevo.

La pantera dice : « ¡Perro, cómetelo ! El perro echa una mirad al macho cabrío que le dice : « ¿Por qué me miras ? ¡Coge y come ! »

Nuestro desgraciado perro se come las heces del mono y se vuelve de nuevo a su casa llorando. En el camino se topa con el burro, que le pregunta por la causa de sus lágrimas. Cuenta sus desventuras. El burro le dice : « ¡Vuelve al lugar, yo iré a hablar con la pantera ! »

El perro le sigue. El mono y la pantera estaban allí.

La pantera le dice : « ¡Agarraros para luchar! » Y una vez más, el mono se encuentra por tierra, pero, esta vez, hace una gran cagada. La pantera le dice : « ¡Coge y cómelo rápido ! »

El perro mira al burro que le repite las mismas palabras que el macho cabrío.El desgraciado perro está obligado a cumplir las órdenes de la pantera. De camino se regreso, va con la cara triste y hablando solo : « Encuentre a quien encuentre, aunque sea el león, no volveré más. Mi tripa está llena de heces de mono, si hubiese continuado mi camino, mi vientre, no estaría hinchado de esta manera » He aquí que se da bruces con el carnero.

« ¿Qué te ocurre para que tu vientre esté hincado de semejante manera ? »

El perro le cuenta, desde el principio, todo lo que le ha ocurrido. El carnero le invita a volver al lugar, pero no acepta la invitación. El carnero insiste, hasta tal punto, que termina aceptando la invitación. Se ponen en marcha y, el perro, anda como un pato, balanceándose de un lado para otro, detrás del carnero Allí están la pantera y el mono, si moverse.

El carnero pregunta : « Pantera, ¿qué es lo que ha pasado ? »

« ¿Eres tú quién me tiene que preguntar, o, soy más bien yo, quién tiene que hacerte la pregunta ? le dice la pantera.

« He cruzado al perro que estaba llorando y con el vientre hinchado, le he preguntado por la causa de todo éllo, y me dicho, que eres tú, quien le has obligado a comer las heces del mono. Le he traído conmigo para verlo con mis ojos ». Dichas esta palabras, la pantera dice ; « ¡Mono, cogeros para luchar ! Como siempre, el perro lo hecha por tierra y, esta vez, las heces eran mucho más abundantes que las otras veces. L pantera dice como de costumbre : « ¡Perro, cómelo ! »

El carnero : « ¡No lo comas ! » « ¡Cómelo ! » « ¡No lo comas ! » « ¡Cómelo ! » « ¡No lo comas ! »… Era una canción entre dos grandes. Al final, los dos protectores se ponen a luchar. Se desgarran, se arañan, sin poder hechar por tierra, el uno al otro. Cansados, se miran los dos, casi sin aliento.

La pantera dice al mono : « Vete a la cas del fetiche de mi padre, coge las viejas zarpas adosadas al muro y vuelve con éllas a toda prisa. No te pares en el camino para savorear ningún fruto. Vete y vuelve pronto ». « De acuerdo, vuelvo enseguida », dice le mono.

El carnero a su vez envía el perro, diciéndole que entierre todo hueso que encuentre en el camino y se va, a toda a prisa, como el mono.

El perro no se para en el camino. Al cabo de algun tiempo, viene con los cuernos del abuelo carnero, pero el mono hace todo lo contrario. Iendo por el camino, vé unas lianas llena de frutas bien rojas y no puede pasar sin pararse. Sube por medio de la lianas cantando, recogiendo los frutos, comiéndolos unos y probando otros, sin preocuparse por la pantera.

El carnero con sus cuernos, destroza a la pantera hasta que huye. Pasando cerca del arbusto en donde estaba el mono, la pantera oye unos cantos, levantando la cabeza, vé al mono, se acerca y le dice :

« Córtame ése fruto » El mono, comienza a temblar, « ¿éste? », le dice. ¡Ese no ! Le enseña otro fruto, la pantera dice no. Así varias veces y, la pantera, siempre, dice no. De repente, la pantera da un salto y corta el fruto que élla quería ; justamente, eran los testículos del mono. Después, prosigue su camino. Las manchas negras que lleva la pantera en su piel, son las cicatrices de esta lucha.

El mono, bien herido, baja a toda a prisa y, va a quedarse encima de una alta termitera. En su interior vivía una tortuga. La tortuga viendo que caían gotas de sangre, se pone a cantar : « Desde que nací, hasta hoy, nunca, una lluvia de sanger, he visto ». Este canto despierta el interés del mono que baja a su interior. Viendo a la tortuga, le dice : « ¡Te voy a comer, estoy hambriento! »Vete a toda prisa en busca de fuego, te voy a asar, pero, no vayas a pedir fuego a donde el perro, va, más bien, a donde el gallo y vuelve pronto ! ».

La tortuga se va a toda prisa, pero, se fué a casa del perro. En cuanto llega, explica, al viejo perro, lo que le ocurre. Le dá, un saco de piel, con un joven perro, dentro.

Ve vuelta, la tortuga canta : « He ido a casa del padre gallo que me dado una cola para espantar las moscas ».

En cuanto llega, deposita el fuego, recoge leña muerta y enciende el fuego. El mono, la coge, la echa al fuego, pero, se sale fuera ; la echa de nuevo al fuego, y otra vez, que se sale fuera. Así ocurre varias veces, hasta que cansada de este tejemaneje, la señora tortuga, se precipita sobre el saco de piel, lo abre y saca al perro, el principal enemigo del mono. El mono no espera, toma las de villadiego perseguido por el perro. Si el mono se sube a un árbol, el perro hace lo mismo ; si baja, el perro también. Cansado , el mono suplica al Señor : « Señor, te suplico, tienes que separarnos, que uno, permanezca abajo y el otro, en lo alto ». Dios escuchó esta súplica. Y, desde entonces, el perro, no puede subirse a los árboles.

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